miércoles, 9 de septiembre de 2015

Diez pistas para descubrir Oporto


Nos encanta viajar, eso es un hecho. Pero todo el mundo sabe que no hay viaje que valga la pena si no se cuenta a todo el mundo a la vuelta lo bien que lo hemos pasado. Así pues, empezamos hoy la sección de viajes de nuestro blog con nuestra última escapada, que fue a la ciudad de Oporto, en el norte de Portugal. Y como todas nuestras recetas tienen diez pasos, ahí van diez pistas para los que quieran disfrutar de este encantador destino: 



Capilla das Animas
Puente Dom Luis I
1.Douro: El río es el gran protagonista de la ciudad. Sus dos riberas son recorridos obligados: de un lado, Vilanova de Gaia ofrece un recorrido por las bodegas más representativas y las mejores vistas de la ciudad. Desde aquí parece que Oporto se descuelga hacia el río como si los edificios hubieran sido arrojados desde arriba y se amontonaran al tuntún hasta llegar a la orilla. En el lado de la ciudad propiamente dicha encontramos un paseo lleno de animación, puestos de artesanía, artistas callejeros, bares, restaurantes y cafés. Uniendo ambas orillas, el puente Luis I, uno de los lugares más emblemáticos e icónicos de la ciudad, impresionante y espectacular tanto de día como de noche. Fue diseñado por Théophile Seyrig, socio y discípulo de Gustave Eiffel, y de alguna manera su estructura metálica y su arco recuerdan a los pies de la famosa torre parisina.

2.Azulejos: Están por todas partes, con sus representativo color azul, bien en preciosas combinaciones geométricas, bien formando grandes murales. Podéis descubrir multitud de fachadas azulejadas por toda la ciudad, pero no os perdáis las iglesias del Carmo y de San Ildefonso, la pequeña Capilla das Animas y el espectacular vestíbulo de la estación de Sao Bento.

Tranvía histórico
3.Transportes: Oporto podría tener el sobrenombre de “ciudad de los transportes”, cosa que viene bastante bien en un sitio con tanta cuesta. Podéis bajar andando, fácil y cómodamente: si estáis en el lado de Gaia, desde el jardim do morro o la Serra do Pilar, si os pilla del otro lado, perderos, por ejemplo, entre las callejuelas que bajan desde la Catedral. Subir es otra historia, así que aprovechad el teleférico, el funicular, el tranvía histórico o hasta el ascensor (sí, hay un ascensor panorámico); la red de metro también es muy útil y fácil de usar. Y, claro está, no os podéis perder un paseo por el río en barco, haciendo el crucero de los seis puentes, si puede ser a última hora de la tarde, mejor. Un atardecer que no olvidaréis.


Torre dos Clerigos/Campo de Olivos/Galería comercial
4.Trampantojo: Son varios los espacios de Oporto donde se puede observar el noble arte de hacer que una cosa parezca otra distinta a lo que realmente es. El ejemplo más claro es el interior de la librería Lello&Irmao, célebre por haber inspirado a J.K. Rowling, que vivió un tiempo en la ciudad, alguno de los escenarios de la saga Harry Potter. Todo el interior neogótico parece un fino trabajo en madera. El trabajo es finísimo, sí, pero es escayola policromada. Del mismo modo engañan a la vista los fastuosos salones de la casa de la bolsa. Ya en clave moderna, junto a la torre dos clerigos, un bonito campo de olivos esconde bajo sus raíces una galería comercial y un aparcamiento, en un gran ejemplo de respeto al entorno patrimonial sin caer en la estética de parque temático.

Librería Lello&Irmao
Francesinha del café Guaraní
5.Bacalhao: Que el bacalao es el rey de la cocina portuguesa no tiene discusión. En Oporto se puede encontrar por todos lados, de buena calidad y a buenos precios. Hay que probarlo sí o sí. De los que más nos gustaron, el confitado en aceite del restaurante Bacaloheiro, en la ribera de Gaia, aunque el más tradicional es el grelado (grela=parrilla), que antiguamente se cocinaba en parrillas en la puerta de las tabernas. También el Bacalhao a Bras, desmigado y revuelto con huevo y patata, es una buenísima opción como plato para compartir.

Mercado del Bolhao
6.Francesinha: Es la comida popular por antonomasia de la ciudad del Duero. Se elaboran rankings, se hacen concursos, se polemiza sobre cual es la mejor receta, etc. Es una especie de sándwich relleno de variedad de carnes y embutidos, forrado literalmente en queso, horneado y cubierto de una buena cantidad de salsa. Aunque tiene calorías para alimentar a Bud Spencer durante una semana, aún así nosotros nos tomamos dos durante nuestra estancia, una en el restaurante Papagaio, una típica casa de comidas portuguesa muy cerca del Carmo, y otra en el Café Guaraní, en Aliados, un café con aires de Bistró parisino donde los jueves y los sábados se puede cenar escuchando fado en directo. Una oportunidad que no podéis dejar escapar. Eso sí, hay que reservar con antelación una mesa cerca de los músicos si queréis oírlo bien.

Natas
7.Bolhao: El mercado del centro de Oporto es un espacio singular de estructura metálica a doble altura y, aunque está hecho polvo, conserva gran parte de su autenticidad. Los puestos de comida tradicionales se alternan con otros de souvenirs, y es que el turismo, por desgracia, lo está invadiendo poco a poco. Necesita un lavado de cara, eso es verdad, pero da miedo que lo acaben convirtiendo en un pseudo mercado gastropijo sin personalidad propia y pierda su esencia. Así que hay que ir a verlo cuanto antes. Las calles adyacentes son un hervidero de tiendas tradicionales. Las más bonitas, las de comestibles. También muy cerca, el famoso café Majestic, un espacio art decó que está en todas las guías. Es muy bonito, pero está, también, un poco invadido de turisteo. 
Tienda junto al Bolhao

8.Natas: Los famosísimos pasteis de Belen lisboetas se llaman simplemente Natas en Oporto. Son un auténtico vicio para los amantes de lo dulce. Tienen en todas las pastelerías, pero a nosotros nos gustaron especialmente las de la Confeitaria do Bolhao, histórico establecimiento justo enfrente de la entrada principal del mercado, donde hicimos un agradable y dulce desayuno, y los que nos compramos para llevar en Bella Roma. También los que pillamos en un puesto del mismo mercado, superbaratos. Y ya que estamos en plan dulce, podéis añadir a las Natas una porción de Bolo do Rei, bizcocho aromatizado y especiado que recuerda vagamente a nuestro roscón de reyes.

9.Sardinhas: Otro símbolo de la ciudad, presente en todas las tiendas de souvenirs en un sinfín de formas. Especialmente chulas las que vimos en forma de cojín, las de cerámica policromada, las de chocolate (con su lata y todo) y, si vamos a lo que vamos, las latas de sardinas en aceite con aires vintage que compramos en una especie de tienda-mercadillo de artesanía moderneta, que visitamos en la calle Almada, muy recomendable para compras. En directo, las sirven en formato pequeño, fritas y crujientes, en un sitio que también nos gustó mucho por la excelente relación calidad-precio: el Novo París. Cuesta un poco de encontrar, porque está en un callejón. Si es mediodía, pedid el caldo verde, si es por la noche, no dejéis de probar, junto con las sardinas, las almejas.
Bodega Burmester

10.Vinos: Si por algo es mundialmente conocida Oporto es por sus vinos dulces. En la orilla sur del Douro hay muchas bodegas visitables donde se puede hacer un recorrido, que habitualmente culmina con una cata. A nosotros nos gustó mucho Burmester, y la sede (más que una bodega es una especie de centro de interpretación) de Porto Cruz. Su terraza chillout de la última planta bien merece una visita nocturna, por las vistas, la música en directo y la cocktelería, como no, con el oporto como protagonista, aunque también tienen carta de gin tonics preparados. Otros vinos imprescindibles, aunque menos conocidos, son los vinhos verdes, que son la pareja ideal de los platos de pescado. Nosotros nos hemos vuelto adictos al Casal Garcia, por ejemplo, del que volvimos cargados con un par de cajas.
















1 comentario:

  1. Pues enhorabuena por la entrada y por la inauguración de la sección viajera.
    Oporto es una ciudad maravillosa y por la que merece mucho la pena perderse caminando, por muchas cuestas que te encuentres.
    Si me permites, añadiría hacer una escapada a Matosinhos para comerse unas sardinas a la parrilla o cualquier pescado en los múltiples bares-restaurantes populares y a precios muy asequibles.

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